Al poco de empezar mi carrera profesional vino al despacho una señora a quien se le había concedido un préstamo y, como garantía para concedérselo, le habían hecho una traslación de una propiedad que estaba a su nombre, una compraventa de esta propiedad. Pero la esencia del contrato no era una compraventa si no un préstamo con garantía.
Hablé con el Juez Valdivia y me dijo que si ganaba ese pleito “resucitaba a Lázaro”, él lo veía imposible, mi contrario, un excompañero de carrera y primero de nuestra promoción, me dijo que mi carnet colegial era muy reciente… pero recuerdo que gané el pleito con todo y “resucité a Lázaro”: la señora recuperó su propiedad que era la única vivienda que tiene, ha tenido y tendrá.