Así pues, este tratado se basa en cuatro grandes ejes: la
prevención, la protección, el procesamiento judicial y la coordinación de políticas, para que las víctimas puedan tener sus derechos, como a la intimidad, a la información, al apoyo, a una indemnización por parte del agresor, a un proceso judicial que no la revictimice ni culpabilice, etc.
Por último, la orden de protección, u orden de alejamiento, que también ampara a los hijos de la víctima, es una medida especial para poder proteger a las mujeres que sufren todo tipo de violencia de género y de delitos contra la vida, la moral o la integridad física, delitos contra la libertad sexual o la su seguridad ante amenazas, coacciones, etc.
Gracias a esta orden, el agresor no puede acercarse a la víctima ni a sus familiares, ni tener ningún tipo de comunicación, ya sea escrita, visual o verbal. Y también queda suspendido el régimen de visitas de los niños.