A grandes rasgos, podemos decir que es un negocio sin inversión. Es decir, el negocio radica en que una serie de agentes empiezan a invertir y van cobrando sus intereses, éstos se van pagando con el capital aportado por nuevos inversores, a quienes muchas veces se les da un porcentaje de la inversión que puedan hacer personas o entidades recomendados por ellos. Los intereses inicialmente se van cobrando porque la pirámide crece y aparecen muchos más inversores.
El tipo de interés es bastante atractivo, y el negocio está revestido de cierta legalidad.
Los problemas empiezan con el tiempo, cuando ya no hay tanta demanda de inversión. Es, en este momento, cuando ya no se pueden cubrir los intereses y las empresas desaparecen de inmediato con todo el dinero que pudieren haber obtenido de sus inversores. A éstos últimos sólo les quedará la vía judicial, donde se dilucidarán responsabilidades, no tan sólo respecto de la empresa en la que han invertido, sino también de las personas o empresas que les han servido de plataforma para promover el negocio. Empezará, entonces, una batalla judicial.